lunes, 11 de agosto de 2008

El NUCLEO TANTRICO

La evolución del pensamiento védico en las escuelas tántricas definió el camino de realización del hombre por tres vías: la del esfuerzo individual en la concentración de su voluntad, la de la creación fenoménica en la manipulación de la energía, y la del rapto de conciencia en un desapego mediante el asombro libre de identificación.

La intención final es realizar la conciencia libre de objetos, indiferenciada, vacía, sin identificación alguna y con fluencia libre de la energía fenoménica.

Los métodos para tal purificación son sumamente diversos, y en algunas escuelas extremos y peligrosos.

La inmersión del hombre/mujer en los métodos tántricos, es ni más ni menos el empuje al gozo y al ejercicio de sus cualidades sensitivas, corporales y emotivas, pero con plena lucidez y conciencia de tales actos, no sólo como bien en sí sino también como la oportunidad de realizar las esencias inmanentes en las formas del universo material reconocido por el cuerpo humano.

Tal inmersión, hasta lo más sentido, acarrea el peligro de la identificación y la entrega a las formas más sabrosas, que obnubilan la conciencia en el deseo. El practicante ha de entrenarse en satisfacer estímulos que despierten su conciencia manteniéndose libre del apego a los mismos.

La exploración del mundo y el gozo siguen manteniendo el ideal yóguico de liberación, y por no recurrir a la negación o abstención (propuesta de los otros yogas) conllevan el arma de doble filo, esto es, que en la forma de éxtasis el ego sea recreado en su identidad arrastrando a la conciencia a su egoforma estimulada, y sucumbiendo ante él ya opaco el universalismo.

A nivel de la anatomía energética humana de inspiración védica, al yogui tantra expande su conciencia a través de los sentidos sin descuidar la trascendentalización de la Kundalini, y tal “ascensión” es lograda reuniendo las conciencias parciales en el estado supremo de la “conciencia del corazón”.

Allí es donde la conciencia inteligente y la conciencia sensible se funden en una presencia en toda forma de manifestación humana, en todo el espacio corporal humano y en toda relación compartida, sexualmente o no, con otros seres humanos.

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