lunes, 11 de agosto de 2008

GOCE INTRACORPORAL, ORGASMOS

La participación orgánica en la sexualidad es crucial, las suaves caricias, las presiones justas en el contacto y las presiones musculares, los chupeteos y sexo oral en áreas especialmente sensibles de la piel, inclusive de zonas erógenas, de mucosas, la relajación departes del cuerpo que habilitan la movilización pasiva de articulaciones, las posturas cómodas tanto para el sistema músculoesquelético como para los órganos internos, la redistribución del flujo sanguíneo hacia zonas genitales, labios, ano y dedos, las pausas en la respiración, las ondulaciones orgásmicas del cuerpo...

Todo ello expresa que la sexualidad no sólo se vive en la piel sino fundamentalmente en el interior profundo del cuerpo, entre fascias musculares, articulaciones y vainas tendinosas, en serosas de cavidades de órganos, en pulsaciones rítmicas de músculos autónomos y viscerales, en el ritmo del jadeo de nuestro torax...
En definitiva nuestro cuerpo crea la realidad a partir de las sensaciones vagas, difusas y totales que sentimos en el universo orgánico, realidad perfecta y plena que globalmente llamamos goce sexual, y cuyas sensaciones son grandiosamente más complejas que las sensaciones en la superficie de la piel.
Sobre esta base preconciente de representaciones kinestésicas, las fantasías, símbolos pensantes y lenguaje encuentran su referente.

El goce genital en cambio, es una focalización del disfrute en la piel y mucosa y la turgencia de los órganos genitales tanto femeninos como masculinos, una sensación muy intensa con un foco claro y constante en una pequeña región del cuerpo, muchas veces acompañada por imágenes visuales y sonoridad rudimentaria.

Las sensaciones exquisitas que provienen de la piel y mucosas durante los movimientos masturbatorios y coitales pueden generar una cascada de sensaciones por todo el cuerpo y originar descargas glandulares llamadas orgasmos, y así también atraer la creación perceptiva al organizar representaciones fragmentadas y supletorias del todo corporal, fragmentaciones a las que en psicología clásica se llama “el objeto sexual”.

Pero la riqueza y profundidad sexual escapa a esta pequeña concepción objetal parcial y utilitaria del propio cuerpo y la pareja.
En realidad la plenitud sensual y erótica se realiza en múltiples focos que disuelven por un momento toda realidad concebida y se recrea una realidad sentida en lo profundo de la vida corporal, mucho más allá de la propia identidad.
A decir verdad es una suspensión de nuestras creencias y fantasías, del tiempo y la focalización erótica, de la conciencia del yo vivo.
Pervive entonces el espacio originario desde donde nos socializamos, la cualidad crudamente humana del ser cuerpo y la realización en y con él.

Este cuerpo originario que suministra el fluir sensacional, manifiesta su intensidad al "apagarse" el bullicio del sobrenadante de neuronas dedicadas a la adaptación social, esto es se libera el inmenso redireccionamiento hacia el pensamiento de nuestra actualidad viviente y la corteza cerebral se armoniza o suspende la recreación de intertextos simbólicos de cada emergente orgánico.
El orgasmo sostiene hormonalmente el "desenchufe cortical" en diversas regiones cerebrales, la plenitud orgásmica se alcanza en el "apagado total" del ciclo del pensamiento y emerge la vivencia corporal trascendente, total, intraorgánica humana.

Luego, la corteza cerebral reanuda su función y resignificamos el orgasmo vivido, matizando sensaciones y símbolos en nuestra identidad histórica y la propia imagen corporal, que ha sido formada y entrenada en el contacto cotidiano en sociedad... A esta altura, ya pasó el extasis.
Las formas de control personal, sea por traumas, estados anímicos o ideologías sociales, generan orgasmos fragmentarios y goces parciales de la realidad sexual humana.
Dentro de estas ideologías limitantes e impuestas agresivamente se hallan las identidades irreflexivas de género, grabadas coactivamente en la infancia y que alteran a más del 90% de las personas.
La sexualidad conocida masivamente es un tenue espectro de la profunda realidad sexual de nuestra especie, y técnicamente, muy pocas personas conocen el orgasmo pleno. Ni mencionar llegar al multiorgasmo como horizonte accesible o gozo posible para infinidad de generaciones de hombres y mujeres modernos.
El estrés y la identidad personal que domina y controla, son dos de las herramientas modernas de sometimiento de la humanidad a las instituciones que regulan la producción de riqueza, y de la población que la produce.
Olvidar el orgasmo genuino y elemental es una estrategia de disciplinamiento de los cuerpos desde la temprana infancia.
Visto socialmente la falta de goce orgásmico es Una tragedia... y también una gran oportunidad que se abre en este momento de la civilización occidental.

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